jueves, 1 de julio de 2010

Bitácora número dos


Hoy los días pasan raramente primaverales en un julio invierno que solo se siente y se sabe por las fechas que nada tienen que ver con el tiempo.

Hoy estoy exquisitamente desconcentrado y a pesar de los enojos esporádicos y matutinos proporcionados por las pocas ganas que la gente le pone al entendimiento y la razón, me siento tranquilo, calmado y envuelto en silencios risueños y con una leve hinchazón de panza, no por la cerveza, tampoco por no haber ido al baño, debe ser por la cantidad de milanesas que almorcé en la mediatarde. Porque gente como uno almuerza a eso de las 17hs, después de la irresponsabilidad lograda en el trabajo.

Hoy pensaba en cómo piensan los demás y me di cuenta que no puedo pensar como vos, simplemente porque pienso como yo y no puedo salirme de ese lugar, ni siquiera por unos minutos. Cosas del pensamiento supongo. Cosas del yo. El problema es que si pienso como yo, difícilmente logre resolver mis dudas porque las dudas son mías y si yo tengo esas dudas, sería raro que yo tenga las respuestas, puesto que si seguimos esta lógica, si tengo las respuestas a mis dudas, entonces no tengo dudas y la verdad es que sí tengo dudas.

Hoy estoy pensando en eso. En los días, en el frío y en mis dudas. También en vos, a veces pasa.

miércoles, 30 de junio de 2010

Bitácora número uno


Tengo la mala (o buena) costumbre de despertar tarde a pesar de amanecer temprano, no puedo con mi genio ni con mi sueño, será porque me gusta la noche y su silencio y su grito o su grito silencioso, pero no suelo llegar temprano a la oficina o mejor dicho, suelo llegar más tarde de la hora que corresponde. Esto trae problemas tanto económicos como operativos, pero realmente no me importa. Puedo ser un poco más pobre por mi rebeldía al sistema y mis ganas de no abandonar la cama a horas que no son humanas.

La rutina me destroza el ánimo y la sociedad con su caos organizado a destiempo me revienta las pelotas. Pero bueno, nos llenaron la cabeza con eso de respetar horarios (que no respeto) y circunstancias de un desquiciado que por no tener vida, decidió que la mañana comenzara antes que termine la noche y ahí fue cuando todo se fue al carajo en mi vida y comenzaron los problemas existenciales y los reclamos eternos a las horas inútiles que se desperdician en el trabajo sólo para cumplir una cierta cantidad de horas, en definitiva, horas perdidas de sueño, de creatividad, de otra actividad, incluso de ocio y del necesitado descanso y esparcimiento (familiar ¿?) (Ponga aquí su esparcimiento).

Y así fue como un día, de loco no más, de rebelde sin causa rozando los 30 años, decidí no prestar tanta atención a los horarios impuestos ni a las justezas ni requerimientos de un trabajo que dispone y deshace mis entendimientos y no sólo llegué tarde… sino que también en vez de salir a la hora indicada, me fui una hora después. Re-loco.